C/ Cardenal Cisneros 40. Mapa.
Entrar en este sitio es viajar al típico mesón de pueblo con todos sus ingredientes: decorados de maderas, sillas de taburete, estrecheces, olores y adornos que el dueño ha ido poniendo sin ningún tipo de orden. Conocí este sitio con un amigo, al que igual que a mí nos gusta la cerveza y el buen comer, cuando explorábamos la calle en busca de tomar algo consistente.
EL BEBERCIO
Este no es el punto fuerte del sitio, dado que la cerveza es Amstel (antigua Águila) y mal tirada pero sala la papeleta con los botellines de Mahou que además ayudan a introducirte más aún en el ambiente de un mesón del pueblo. En cuanto a vinos pues también anda muy escasito de carta, un par de Riojas y un sólo Ribera del Duero, la verdad es que este aspecto del bar no merece más comentarios porque no da para más, paso ahora a describiros el punto fuerte del mesón.
A ZAMPAR!
Es aquí donde te llevas la verdadera sorpresa (y agradable para el que le guste unas tapas caseras). Para empezar tiene una amplia carta de tapas que se pueden encontrar en cualquier pero como en todos los sitios hay que intentar fiarse de las recomendaciones de las casa y es en el apartado de la carta bajo el nombre de sugerencias donde empezar a salivar como si no hubiera comido nunca. Me voy a centrar en tres raciones que si pasáis por ahí tenéis que probar:
– «No se que comer»: Pimiento rojo asado relleno de carne en salsa de tomate.
– «Cualquier cosa»: Croqueta gigante rellena de jamón, queso, besamel y un montón de cosas más.
– Picadillo con patatas y pimientos.
También cabe destacar los bocadillos que tienen todos ellos con nombre propio: «del paleto», «cuñado», «sibarita» y así hasta cerca de quince variedades muy bien seleccionadas en la mezcla de ingredientes, todos ellos en pan de hogaza o de pueblo y la mayoría de ellos son calientes. Un aspecto de la comida que hay resaltar es que TODA es casera y además de por el sabor se nota en que echando una mirada al fondo donde se encuentra la cocina se observa a la cocinera que podría ser perfectamente la madre o abuela de cada uno y es que como la abuela no cocina nadie.
EL LOCAL
Poco más tengo que decir además de lo que ya he explicado en la introdución, es un sitio pequeño, entrañable que te lleva al mesón del pueblo de cada uno de nosotros. El local es pequeño y siempre que he estado ahí estaba con clientela fuera un Martes o un Viernes, es importante comentaros que si pensáis pasaros por ahí no lo hagáis un domingo porque cierra por descanso del personal. La relación calidad precio es insuperable, comida casera, con raciones generosas y a buen precio, para que os hagáis una idea un par de raciones y un bocata para compartir y tres o cuatro botellines cada uno puede tener un total de 15€.
De los pocos sitios donde cenas bien, cocina casera de verdad, y por poco dinero. Incluso los bocadillos que podíamos pensar que son lo más común valen mucho la pena.
La lástima es que es pequeño, pero si te pilla por esa zona no puedes dejar de probar alguna de las especialidades comentadas, para mi el pimiento lo mejor.
Estuve comiendo hace poco por ir a rememorar viejos tiempos, pero la decepción fué mi grande ya que había cambiado de dueño y de cocina, conservan algunos platos de los de entonces, cómo el cualquiercosa, pero la verdad es que no tiene nada que ver con lo que era, sólo el aspecto exterior se le parece, no volveré, snif…
te recomiendo los huevos rotos en especial los q, van con pollo marinado y una salsa q, esta buenisima