c/ Argumosa 30. Cierra domingos. Mapa.
Al lado del museo Reina Sofía y en una calle con bastante ambiente encontramos este local moderno, al estilo de un café con comedor, que no hace presagiar que tengan una cocina de diseño.
En primer lugar aclarar que no soy un fanático de este tipo de cocina, pero tampoco un detractor, si las cosas están buenas y a un precio razonable perfecto. Tampoco se trata de hacer una crónica gastronómica e incluso el término «de diseño» podría ser discutible, digamos que también vale moderna, incluso un tanto minimalista… pero de alguna forma hay que llamarlo para que nos entendamos.
La carta muestra tres ensaladas, cinco entradas, dos pescados y tres carnes, así como dos tostas, realmente muy poco, pero suficiente para comer y elegir lo que nos apetece. El día que estuve comiendo tomamos un menú cerrado un tanto distinto a la carta pero parecido a muchos platos y que sirve para ver la cocina que hacen.
Un entrante que era una sopa fría basada en el ajoblanco con base de tomate, muy cremosa y con algunas pasas y frutos secos, buena combinación. De primero una lasaña (realmente un par de obleas tipo canelón, muy finas) con setas variadas, trigueros y cierto aroma a trufas (junto con algún ingrediente más, ya sabéis larga explicación al traer el plato, imposible de recordar todo), extraordinaria, lo mejor de la comida.
De segundo un bacalao tibio con espinacas, crema de idiazabal y reducción de Pedro Ximenez, buena pero lo más flojo para mi gusto, un tanto seco el bacalao y el acompañamiento no iba mal pero no se unía con el pescado de la forma deseable. Por otro lado pidieron un solomillo al ravioli de maíz que tenía buen aspecto y gustó mucho Finalmente un postre de frutas levemente horneadas, con canela y una salsa dulce (tipo leche condensada por decirlo de alguna manera) muy buena. Basándose en la carta, en platos parecidos, esto debe de andar por los 35€ con vino, correctos pero nada del otro mundo, lo básico para comer.
La presentación de todo muy buena y el servicio profesional, quizás un tanto distante, y eso que me gusta más la seriedad que la cercanía. El local y el ambiente muy agradable, muy pocas mesas, pero poco ocupadas.
Se trata por tanto de un sitio para probar, que por unos 30€ persona permite tomar una cocina bien hecha, muy cuidada y bastante sofisticada, en un lugar donde vamos a estar tranquilos. En mi opinión ideal para compromisos (si se ajusta a nuestro presupuesto) , comida no muy contundente, muy buen sitio y relativamente de moda, por la cocina y por la zona. Lo que no nos permite es repetir demasiado dado lo corto de la oferta, habrá que ver si cambian la carta con frecuencia y ver la carta de vinos por si queremos salir un poco de lo más normal.